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Albarracín es sin duda uno de esos pueblos que no deben dejar de visitarse si se quiere conocer un país. Ubicado en la provincia de Teruel, todo el pueblo ha sido declarado Monumento Nacional y su candidatura está sobre la mesa de la UNESCO para su declaración como Patrimonio de la Humanidad.

Albarracin fue construido sobre un peñasco que a sus pies está rodeado por el río Guadalaviar, que va haciendo un meandro en el terreno y sobre el que se han edificado algunas casas con balcones colgados sobre el río, al estilo de las casas colgadas de Cuenca.

Las murallas defensivas de la ciudad datan del siglo XIV y son de construcción cristiana sobre unas murallas anteriores del siglo X, época en la que también se construyó el alcázar, la iglesia de Santa María y la Torre del Andador.

Lo mejor de Albarracín es descubrirlo paseando por sus calles empinadas y empedradas. Disfrutar de la tranquilidad que nos transmite y la belleza de su arquitectura.

Desde la Plaza Mayor, donde también se encuentra el Ayuntamiento, podemos ir descubriendo las maravillas que Albarracín nos depara en cada esquina. Desde aquí podemos acercarnos hasta la Catedral del Salvador (junto al Castillo), obra del siglo XVI y que cuenta con un museo anexo de tapices flamencos.

Las Iglesias de Santiago y de Santa María, junto al Museo Diocesano, forman parte de la arquitectura religiosa del pueblo.

Otros edificios emblemáticos de Albarracín son la Casa-Museo Noble de la familia Pérez y Toyuela, el Museo Municipal, la Casa de los Lara o la Casa de Julianeta.

Las vistas desde lo alto del pueblo son espectaculares. Si subimos a la muralla, podremos contemplar la belleza de Albarracín, con sus casas de color rojo, color adquirido por el material de la zona con la que se han construido.

Si nos asomamos a los miradores o los balcones que abundan en el pueblo veremos abajo cómo serpentea el río Guadalaviar, haciendo ese meandro en cuyo interior se edificó Albarracín.

Si bajamos hasta el río, podremos disfrutar de un estupendo paseo por el Paseo Fluvial, una senda que recorre una ruta circular de aproximadamente una hora siguiendo el curso del río y que podemos realizar en familia (no es apto para carrios de bebé). En el camino atravesaremos un puente colgante, pasarelas estrechas de madera y un antiguo molino y además disfrutaremos de unas estampas espléndidas para fotografiar Albarracín. Para los niños será una auténtica aventura y para los mayores una forma diferente de conocer el pueblo.

Vídeo sobre Albarracín