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El Castillo de Jaén, conocido como castillo de Santa Catalina, fue un puesto clave en las luchas entre moros y cristianos. En la Guerra de Independencia se convirtió en un importante punto de operaciones para las fuerzas francesas dirigidas por Napoleón. Ubicado en un emplazamiento privilegiado, hoy en día permite disfrutar de unas vistas espectaculares de la ciudad andaluza.

En realidad, el castillo está conformado por tres fortificaciones diferentes, el Alcázar Viejo, el Alcázar Nuevo y el recinto denominado Abrehuí. Juntos, formaban una alcazaba en la que convivían las tropas militares.

Castillo de Jaén

El Alcázar Viejo fue construido sobre la cresta del cerro de Santa Catalina, en la época de los califas. En 1246 fue tomado para el Reino de Castilla por Fernando III. En 1812 sufrió un fuerte incendio causado por las tropas francesas y en 1965 se construyó entre sus piedras el Parador de Turismo de Jaén. Aún se pueden admirar la puerta principal y los dos torreones que vigilan el acceso. La muralla desciende hasta la ciudad, manteniendo aún intactos algunos de sus torreones.

El Alcázar Nuevo, mejor conservado, se une al anterior mediante la Torre del Homenaje y sirvió como fortaleza y guarnición militar hasta el siglo XVIII.

El Abrehuí, en cambio, es una ampliación más moderna, un espacio amurallado con cinco torreones que reforzaban la defensa la cara oeste de la alcazaba.

En verano, el acceso de visitantes es de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00, de lunes a sábados. Los domingos de 10:00 a 15:00. En invierno, de 10:00 a 18:00 de lunes a sábados y domingos de 10:00 a 15:00. Los miércoles, la entrada es gratuita de 17:00 a 21:00. Si vamos en coche, hay un aparcamiento cerca del Parador.